¿Por qué los gatos son buenas mascotas para los niños?
Si estás pensando en buscar una mascota para los pequeños de la casa, una mascota que le guste jugar, que sea fiel, con quien los niños se diviertan y además genere un bajo gasto; adoptar un gato es una muy buena opción.
Vínculo de unión
El gato es cariñoso 100% a pesar de la fama que se ha creado a su alrededor. Si le das amor y lo tratas bien, él responderá de la misma manera. Son capaces de entender el vínculo especial que se crea entre él y los humanos, llegando a formar una familia. Además de ofrecer amor a sus dueños, enseñará a los más pequeños a dar cariño para recibirlo.
Su virtud, la paciencia
Los gatos son unas mascotas muy fáciles de educar. Además son muy tranquilos y pacientes. Ya sabemos que a los niños les encantan hacer gestos y movimientos que podrían resultar incómodos para los gatos, pero puedes estar tranquilo, estos animales saben con quién están tratando. La paciencia es una de las virtudes más destacada de los gatos.
Les encanta jugar
Los gatos son muy juguetones y parece que nunca se cansan de jugar. A los gatos les encanta correr y saltar. Busca una cuerda y cuelga un juguete en un extremo… tanto los niños como el gato se divertirán cantidad.
Ideales para el estrés
Se ha comprobado científicamente que los ronroneos de los gatos calman los nervios. Por ello, si tu hijo por naturaleza es nervioso, el gato puede ayudarle a estar tranquilo. Tu mascota podrá ser una prevención para el estrés de los niños.
Lecciones para los niños
En este sentido, puedes enseñarles responsabilidades a los pequeños con acciones cotidianas como ponerle de comer al gato, echarle agua en el cuenco. Incluso si los niños son un poco más grandes, podrán ayudar cambiando la arena para que el gato tenga el arenero limpio.
Pero además, los gatos enseñarán que en algunos momentos es importante estar a solas y se debe respetar el espacio de cada uno. Se les enseña a los niños a respetar al gato, no molestándolo cuando está dormido o escondido. No cogiéndolo en brazos si al gato no le gusta. También mientras jueguen con él, con pelotitas o juguetes, y acariciándolo con tranquilidad cuando el gato se acerque o lo pida. Así aprenderá a respetar su espacio.